viernes, 11 de abril de 2014

El peso es oro


En realidad, en Fórmula 1 todo es oro, no solo aquello que reluce… En fin, que aquí tenemos a Kimi hecho un pincel finlandés, con algunos kilos menos que cuando se quejaba de que no cobraba en Lotus y es que este año, de nuevo, como en 2009 y 2011 (en 2010 el KERS fue eliminado por prescripción facultativa), ser más liviano equivale a mejorar el rendimiento del monoplaza.

He pasado una tarde magnífica en compañía de un buen amigo. Trancurren los años pero no se quiebra ese mundo común de sensaciones que nos enmarcan y abrazan con el mundo, ni se olvida ese lenguaje canalla que se aprende a base de dar patadas a un balón con las porterías del campo provisional que se oculta a la vista de los rivales por el quiosco del parque, haciendo tuyos los sueños del otro y dejando que los tuyos le pertenezcan.

Hemos paseado de vuelta al metro por la zona del molino Aixerrota, sobre la playa de Arrigunaga, en un atardecer húmedo y gris solo roto por alguna que otra risa de gaviota y el salitre del mar de El Abra en las fosas nasales, e inevitablemente he sentido a mi lado a Poncho y vigilándonos desde la lejanía, a Ana…

Richard Bach, una de mis primeras lecturas adultas, escribió que «el vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre, sino de respeto y goce mutuo» y si lo traigo a colación en esta entrada que me va saliendo un poco de las entrañas, es porque cuando escribí 14 kilos, uno de mis textos de avanzadilla, que dicen, a Mark se le afeaba su rendimiento en pista afirmando que el RB7 que conducían el aussie y su compañero Vettel, eran idénticos. Vamos, que al australiano y el alemán era de la misma familia y Red Bull daba a los dos el mismo rancho y similares herramientas.

Y el caso es que en este año en que voy a disfrutar como un enano porque mi encuentro con el pasado resulta irremediable y al ritmo que vamos me lo voy a pasar escribiendo lo dije, lo dije y lo dije, si el otro día era Hamilton quien desvelaba que lo de las telemetrías de 2007 no era una leyenda urbana como juraban los british, Serras, Puigdemont y Villadelprat, entre otros muchos, Marcus Ericsson, con absoluta ingenuidad de rookie, ha afirmado que no puede hacer lo que Kamui porque pesa 10 kilogramos más que el japonés.

10 o 14, qué más da. Matices que pasan habitualmente desapercibidos pero que dibujan el mundo de realidades en que nos movemos, desvirtuando el sentido universal que algunos damos a la palabra diálogo. El caso es que el sueco ha pagado por su asiento y a Mark lo renovaron año tras año en la austriaca para que teniendo el mismo vehículo que Seb, sospecho, el reparto de pesos y el rendimiento, fuesen radicalmente diferentes aunque no lo creyera nadie más allá de un puñado de ilusos entre los que me encuentro.

Desde hace un mes veo a un hombre que hace lo que no quiere hacer. Sunita Vatuk enseña matemáticas con harina de arroz y Ana vigila desde lejos para que no nos hagamos daño, mientras tanto, el nuevo nos habla de que podar supone mantener el árbol en su adolescencia y también, de que las higueras dan higos dos veces al año y los naranjos pueden ser sumamente cariñosos.

Tarde en familia…


1 comentario:

Aficionando dijo...

Y tanto que lo dijiste. Se convirtió en mi argumento para zanjar alguna discusión que tuve sobre la diferencia de rendimiento entre Vettel y Webber. Valdría lo mismo para explicar algunas diferencias entre Hamilton y Button durante su coincidencia en McLaren.