sábado, 4 de enero de 2014

El año de Bottas


Las tardes de sábado en que no hay carrera siempre me han sabido a gloria. Son tranquilas porque el mundo descansa y yo me relajo con él. Apenas hay alguien al otro lado. No haya presión y me dejo llevar poniéndome frente al teclado y la pantalla sin premeditaciones ni alevosías, esperando pacientemente a que surja algo que me permita tomarlo al vuelo para comenzar después a tejer palabra a palabra, frase a frase, un texto de esos que terminaré seguramente con el tradicional «os leo».

Os lo he confesado más de una vez en alguno de los finos hilos que tejen esta telaraña que llamamos Nurbu: aborrezco los bocetos, o mejor dicho, los realizo a regañadientes para pasármelos por el forro de los aquellos en cuanto comienzo a divertirme. No entiendo el dibujo, el diseño ni la escritura, sin que intervenga el placer. Bien es cierto que tampoco comprendo la vida sin él, en cuyo caso a lo peor estaría cometiendo pecado de hedonismo, o de soberbia, vaya usted a saber, porque con los tiempos que corren, afirmar que uno se divierte con lo que hace puede herir demasiadas sensibilidades y sonar demasiado altisonante como para evitar que se le mire por el rabillo del ojo.

En fin. Hoy lo he tenido sencillo, para qué negarlo. Me ha bastado bajar al estudio, abrir la carpeta donde acumulo cientos de fotografías relativas a la Fórmula 1 y encontrar a Valttery enfundando en su balaclava, con los ojos cerrados, en actitud reflexiva y la mirada interior puesta en uno de esos lugares que sólo visitan los pilotos cuando están concentrados.

Corresponde a Mónaco y por tanto, el finlandés todavía no nos había sorprendido en el Gilles Villeneuve, cuando zumbando bajo la lluvia en calificación metió su indomable FW35 en el tercer puesto de la parrilla, una posición impensable para un Williams, inmediatamente detrás de Lewis Hamilton y Sebastian Vettel. Para ser exactos, a cuatro décimas y media del alemán y a tres y pico del británico. Toda una hazaña, para que nos entendamos.

Bottas no ha tenido un gran año 2013 pero tampoco puede ser considerado malo. Su primera temporada en Fórmula 1 podría haber sido mejor, sin duda, pero la herramienta que ha puesto en sus manos la de Grove ha sido de esas que sólo aparecen en Ferrari, que dicen los obispos de la cosa. Fue que la FIA prohibiera preventivamente las salidas en acequia semicubiertas de su vehículo y el de Pastor, en pretemporada, hace ahora casi un año, y que el FW35 se fuera literalmente al carajo.

Ruda, ingobernable, caprichosa, el rendimiento de la máquina inglesa ponía literalmente los pelos de punta. Las Pirelli no ayudaron, como tampoco lo hizo la penuria económica que posaba su aliento en la nuca del equipo que junto a Maranello y Woking más tradición y títulos atesora. Nada parecía ir a derechas. Maldonado naufragaba constantemente pero Bottas aguantaba como un jabato desde su posición de rookie, y eso hizo que nos fijáramos en él en Montreal y meses más tarde, en Austin, donde conseguía colocar su coche en octava posición al término de la prueba.

Pastor se ha ido a Lotus, a una escudería a la que los mentideros colocan en la actualidad con más males que esperanzas de cara a 2014 incluso con la inyección de dólares de PDVSA, mientras que Valttery se prepara para acometer su tercera temporada en Williams (durante 2012 hizo de piloto reserva).

Llegan las plataformas propulsoras Mercedes-Benz y Felipe Massa como compañero, y Grove, se dice, está poniendo toda la carne en el asador para sacar la cabeza de una vez por todas esta sesión que viene. Pero Valttery conoce como la palma de su mano a su equipo y ha sabido esperar aprovechando hasta la última gota las pocas posibilidades que le ha brindado la diosa Fortuna.

Es sábado por la tarde. Apenas hay nadie al otro lado. El temporal de viento y agua sobra Gorliz parece que nos ha dejado en paz y es tiempo de tirarse a la piscina sin pensar en si hay agua o no. 2014 es el año de Bottas. Apuntadlo por si tenéis que reclamármelo.

Os leo.


[Publicado en Diariomotor]

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