domingo, 19 de mayo de 2013

Magia atemporal


Uno de los aspectos más cachondos de discutir sobre Fórmula 1 reside en encontrar un punto de encuentro en el cual apoyarse para concertar un acuerdo, o para avanzar o en su caso retroceder, ya que mal que queramos, nuestro amado deporte es un señor que peina muchas canas si tomamos como cierto que nació en 1950, y un anciano venerable si miramos a nuestra espalda para verlo irrumpir ruidosamente en los albores del siglo XX.

En todo caso, creo que podemos convenir en que ha pasado mucho tiempo desde que hay deporte sobre el que discutir, y en que éste no ha reparado en gastos a la hora de cambiar su aspecto e idiosincrasia, modificando con sus impertinencias las diferentes etapas que jalonan la historia de la F1.

Es cierto que siempre nos quedan las estadísticas y los números, y por supuesto las sensaciones, pero considero que hay que andarse con mucho ojo a la hora de manejar tanto dato y tanta vibración, no sea que el saldo resulte como ése que en base a un riguroso estudio afirma que los españoles somos mucho más ricos que los alemanes, a cuenta del cual, los conciudadanos de la Merkel nos miran aún con más saña que hace un año.

En fin, es domingo y tras una semana impregnada por los aromas de Red Bull y Pirelli, conviene reposar los contenidos, por supuesto templar los aceros para tenerlos listos y en perfecto estado de revista dentro de una semana exacta, pero sobre todo, necesitamos recobrar la conciencia de que vivimos tiempos marcados por sus propias circunstancias, en los que cualquier comparación con épocas pretéritas puede dar con nuestros huesos en el suelo.

No, ahora no es posible comparar salvo en un abanico de muy poquitos años. Ni siquiera se pueden establecer paralelismos entre el Kaiser de la rossa y el kaiser chiquitito de Milton Keynes. La aerodinámica ha cambiado sustancialmente, lo mismo ha sucedido con la manera que tienen los coches de aprovechar el asfalto. Se han modificado los rendimientos de los vehículos, las ayudas que reciben o disfrutan, las gomas, el concepto de estrategia, etcétera. En definitiva, todo es diferente aunque por pura costumbre todavía no lo percibamos en su auténtica dimensión.

De 2009 aquí, sin ir más lejos, hemos sufrido los dobles difusores, los escapes sopladores, un sinfín de siglas: F-Duct, DRS, D-DRS, D-DRS pasivo, KERS, también diferentes conceptos de flexibilidad, etcétera. Parece una idiotez decirlo, pero no recuerdo cuatro años más densos en novedades. Antes, los pasos se daban reposados pero vivimos atmósferas violentas que nos obligan a caminar a zancadas mientras miramos a los lados por divisar si nos hemos perdido algo. Es una cuestión de ciclos. Hace mucho, un mismo chasis daba servicio durante varias temporadas, hoy apenas vale lo que tres o cuatro carreras. No hace tanto los coches se cruzaban sobre la pista al salir de una curva y ahora como quien dice, van todos más o menos sobre raíles, con ligeras diferencias, obviamente.

Me dejo de historias, lo que sí es posible y recomendable, si se me permite decirlo, es continuar disfrutando de un deporte que sigue mostrándose vivo por muchos años que pesen sobre él, y que mantiene un denominador común: el hombre que pone el alma que la máquina necesita para correr. Ahí sí que sigue residiendo la magia.


1 comentario:

Interlagos dijo...

Hermosísima reflexión.