martes, 30 de abril de 2013

El viento que susurra en la colina


On a dark desert highway
Cool wind in my hair
The warm smell of
colitas
Rising up through the air
Up ahead in the distance
I saw a shimmering light
My head grew heavy and my sight grew dim
I had to stop for the night.

Todos los 30 de abril desde 1994, Roland recorre el mismo camino hasta su monoplaza, para ponerse dentro del habitáculo los guantes y el casco. Coge entre sus manos de nuevo el volante y su pie aprieta el acelerador suavemente para comenzar a surcar el piso de Imola camino de ninguna parte, coloreando como una centella el mismo circuito gris oscuro que recorren los que no volverán jamás.

Era sábado y mediodía entonces, hoy es martes y noche. Aún es abril. Mañana le tocará a Ayrton estrenar otra vez el mayo que nos dice todos los años que hay sueños que son cristales rotos desde el momento mismo en que se sueñan, y que gozamos, gracias a sus siluetas transparentes salpicando de luz el asfalto, de un mundo tan imperfecto como el de antes pero quizás más seguro, aunque sólo sea en apariencia.

Roland abre la puerta de par en par a la memoria de un fin de semana que marcó un antes y un después en todo esto que disfrutamos ahora. Era un día como hoy que recordaremos siempre, porque un piloto austriaco de amplia sonrisa se dejaba la vida corriendo, por él y para nosotros, hasta convertirse en un viento que susurra tibio en la colina cada vez que miramos desde ella hacia el lugar sagrado donde cabe hacer preguntas que no responderá nadie.

Welcome to the hotel california
Such a lovely place, such a lovely face
There's plenty of room at the hotel california
Any time of year, you can find it here.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo el mundo recuerda a Ayrton y casi nadie a Roland. Una lástima.


King Crimson