sábado, 3 de septiembre de 2011

Boulllier, ese tipo


En tiempos de crisis lo sencillo es cortar por lo sano (nunca mejor dicho), por esa película compuesta de gentes con nombres y apellidos que sin saberlo o sabiéndolo, creían a pies juntillas en el proyecto y que se jubilarían en él como recompensa.

Reconozco que disfruté la fortuna de beber de las mejores fuentes que había a mano cuando acompañaba a mi padre, a principios de los 80 del siglo pasado, en sus deambulares profesionales por los talleres y empresas de Basauri, Galdácano, Asúa, Mendata, Durango, Elorrio, Llodio, Mondragón o Eibar, clientela honesta que alimentaba Estudios Tello y que me enseñó a mí, que existen individuos que asumen su responsabilidad en la vida como si fuesen auténticos jefes de tribu.

Pero no me distraigo. Éric Boullier no es uno de ellos, ni por asomo. Su historia es la de tantos que llegan con un master bajo el brazo a cualquier empresa, para cumplir lo que se les manda y llamarse andanas a las primeras de cambio, en cuanto los vientos son ligeramente desfavorables, y que no desperdician ni un instante en quitarse de encima las responsabilidades por las que cobran, acusando con el dedo a cualquiera que se cruce en su camino y que no comulgue con sus tesis. Mala gente sin entrar en lo humano, que ni conozco al galo ni ganas que tengo. Tipejos de los que hay a patadas, que hacen su trabajo como si hicieran longanizas (con todos mis respetos), mecánicamente, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, sin pensar en que el liderazgo consiste en otra cosa, buscando una y otra vez su propio beneficio.

Boullier llegó a Renault para desmantelarla y lo está haciendo con precisión quirúrgica. Genii Capital supuso el primer peldaño de la gesta. Luego vino el asunto de la capitalización de los agentes humanos, con Vitaly Petrov como estandarte; y más tarde, lo del matrimonio con Lotus por reverdecer ecos añejos...

A estas alturas, de Renault queda muy poco en Lotus Renault, y si nos ponemos, en el proyecto sobra incluso Robert Kubica, por muy lacrimógeno que se pusiera el manús cuando lo del accidente del polaco, de manera que resulta comprensible el mosqueo que ha exteriorizado recientemente Morelli, mánager del de Cracovia, ya que después del affair Heidfeld/Senna, las prioridades de la escudería otrora francesa han quedado meridianamente claras de cara al futuro.

Hacen falta pelas y eso es mercado. Senna las pone, y eso es mercado. La calidad a Renault le importa un carajo, y eso es mercado. Boullier es un buen gestor y tiene asegurado su puesto, eso también es mercado. Pero por Dios, que alguien le recomiende mantener la boca cerrada, porque todos entendemos de qué va la cosa y no hace falta que hiera nuestra inteligencia tirando tantos balones fuera como acostumbra.

Por mucho que levante la cabeza para reducir el impacto en cámara de su papada, adoptando una pose napoleónica en la que sencillamente no encaja, Boullier seguirá siendo por siempre Boullier, el tipo al que don Carlos Ghosn encargó la retirada.

1 comentario:

csm dijo...

Bravo, Josetxu.
Es mercado, es cirujía financiera, asepsia de fondo y formas...me recuerda tanto a lo que le hizo ese señor (el que nos cae suizo) a Pedro de la Rosa...la temporada esta "echada", así que lo que queda de ella hay que sacar beneficios sí o sí...si no es subiendo al podio o ganando puntos para el campeonato de constructores, habrá que hacerlo a base de transacción pura y dura, da igual si entra en juego el mercadeo de los pilotos, al modo en que los niños cambian cromos para comnpletar su álbum. Todo vale para ellos. A este paso, a mitad de cada temporada, cuando ya hayan calibrado -para mal- sus opciones, nos organizan un "rasca y gana"en las gradas...
¡Cutres!
Un besote