domingo, 13 de abril de 2008

A tortas


No es que me importe demasiado que me callen un poco, con la edad que tengo, de vez en cuando me viene bien alguna que otra cura de humildad, pero me fastidia bastante que traten de taparme la boca a base de mentiras.

El año pasado por estas fechas, cuando ni siquiera yo imaginaba lo que encerraba el interior de la caja de los truenos de McLaren (desperté después de Indianápolis), ya se alzaban voces que advertían sobre lo mal compañero que resultaba Alonso, recordando lo borde que había sido en Renault con Fisichella y Briatore, y comparando el insano escenario que comenzaba a vivirse en la escudería de Woking con el idílico (decían) que reinaba en el mundo de las motos.

En cuanto la cosa de McLaren llegó a mayores después de Mónaco, el asunto comparativo arreció hasta límites inimaginables, y cuando me integré en las discusiones (repito, después de Indianápolis) intentando aclarar que este tipo de situaciones eran más viejas que la tana, poniendo ejemplos más o menos reconocibles, me encontré, una y otra vez, con el muro infranqueable de la maldita comparación de lo que estaba sucediendo con el buen rollito que parecía rodear a las motos.

Admito, como admití, que de la competición sobre dos ruedas sé bastante poco, por no decir absolutamente nada, y culpo a tamaña carencia de conocimientos de esa especie de complejo de inferioridad dialéctica que me ha embargado cada vez que se mencionaba el affaire Alonso - Hamilton, ya que por falta de suficientes argumentos, mis intentos por atenuar la supuesta gravedad del asunto vivido en 2007 en base a comparaciones con hechos y acaecidos de épocas pasadas, quedaban siempre en agua de borrajas.

Uno aprende a vivir con estas cosas, y así he vivido los últimos meses, hasta que hace unos días me encontré en el periódico una fotografía en la que se veía a Su Majestad Don Juan Carlos en ademán conciliador, tratando de juntar forzadamente las manos de Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo como si con ello conjurara algún demonio.

¡Cáspita, recórcholis! Pedrosa y Lorenzo se llevan de puto culo (¡perdone, Majestad, si por un casual está leyendo estas líneas!), no se hablan, ni se miran a la cara así compartan podio… El caso es que Casey Stoner tampoco se habla, o lo hace poco, con el piloto catalán, desde que el año pasado tuvieran un percance en pista que limitó las opciones del australiano… Y ahora me entero de que Rossi se llevó igual o peor que en la actualidad se llevan Pedrosa y Lorenzo, con Biaggi, aunque al parecer han restañado sus heridas…

¡Madre del amor hermoso. En el mundo de las motos también acostumbran a llevarse a tortas…!, ¡y yo con estos pelos!

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