martes, 1 de abril de 2008

El bueno de Max


No entiendo el revuelo que se ha montado con el descubrimiento de que al bueno de Max Mosley parecen gustarle las emociones fuertes previo pago. Lo digo muy en serio.

Que el escenario elegido para la orgía boba tenga ribetes nazis, que le hayan pillado con los calzones bajados, con el culo al aire, en pelotas, vamos, me parece peccata minuta comparado con lo que desvela el descubrimiento, y que no es otra cosa que en las altas esferas donde se mueven nuestros iconos más emblemáticos hay quien no pone reparos en rebuscar en la basura con tal de tumbar a quien se ponga delante.

Que se saque a la palestra, ahora, que el padre de Mosley era nazi o filonazi, viene a reforzar mis primeras palabras, porque, que el bueno de Max tenga que recurrir a este tipo de artificios para pasar el rato puede muy bien significar que el inglés mantiene alguna deuda pendiente desde su adolescencia, momento en que decía Freud que todo hombre debe haber matado a su padre (psicológicamente hablando, se entiende).

Y ya puestos, ¿qué tendría que decir el padre del psicoanálisis de que el hijo de Anthony no haya roto todavía sus vínculos afectivos con su progenitor?, ¿qué diría de que el joven Hamilton, lejos de dar por zanjada su adolescencia como se espera de todo hombre que se precie de serlo, la haya prolongado aún más, hipotecando su futuro con la incorporación de Ron Dennis a su árbol genealógico?, ¿sabrá él si el hijo de Anthony y Ron superará su complejo de Edipo, o cualquier otro, antes de coronarse campeón del mundo, o si lo dejará para más tarde?

Hablaré con Sigmund en cuanto cuelgue esta entrada, y de paso veré si puede aclararme por qué Todt y Ecclestone, dos auténticos carrozas, se engalanan en público y en privado con esposas de las que podrían ser sus padres, porque intuyo que hay gato encerrado…

No divago más, que me enredo.

Decía más arriba que al bueno de Max le han pillado en actitud indecorosa y hay quien pide su cabeza por ello, ya que, dicen, un hombre tan poco íntegro no puede dirigir una entidad tan impoluta y seria como la FIA (¡tela marinera!).

Y abría la entrada de hoy haciendo pública mi falta de comprensión ante el revuelo originado, ya que para desvelar las mezquindades del bueno de Max, para conocer de qué pie cojea y ha cojeado siempre, habría bastado que echáramos un vistazo desapasionado a la temporada 2007; o mejor dicho: a lo que fue la temporada pasada bajo el mando del organismo que preside el bueno de Max, porque su bis sadomasoquista y su poca integridad quedaron sobradamente patentes.

Vamos, que como diría mi abuela: para este viaje no hacían falta alforjas.

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