viernes, 3 de agosto de 2007

El ataque de los clones


Soy de los que piensan que hay mucho de cierto en eso de que Hamilton se aprovecha de las telemetrías de Alonso y de los reglajes que éste aplica a su coche; y no es por ir a contracorriente, que también, sino porque mis pobres conocimientos así me lo indican.

Me explico. Si los reglajes no tuvieran algo de importancia, intuyo que el bueno de Andretti se habría ahorrado alguna que otra úlcera al descubrir que su compañero Peterson se los calcaba para las carreras (Lotus, 1978); que Piquet no se habría vuelto tarumba maquinando mil y una estratagemas para que no se hiciera con los suyos su colega de equipo Mansell (Williams, 1987); y que Senna tal vez no habría pasado a la historia por ser un maniático porque apuraba la puesta a punto de sus monoplazas hasta casi el inicio de las pruebas, cosa que, obviamente, le aseguraba que no le copiara los reglajes ni su padre (en Toleman, Lotus, McLaren y Williams).

Y sobre las telemetrías… Bueno, voy a ahorrar espacio remitiéndome a Michael Schumacher, quien tenía contemplado en su contrato que sus telemetrías eran suyas y sólo suyas, y que jamás podrían ser compartidas con su compañero en Ferrari, ya fuera Irvine, Barrichello o Massa.

¡Blanco y en botella!, como diría mi abuelo.

Dicho esto, los reglajes son importantes porque suponen la optimización de la máquina, el punto exacto en que da de sí todo lo que lleva en sus entrañas, y si bien es cierto que como dice Joan Villadelprat, la información pertenece al equipo y puede (debe) ser compartida por sus pilotos, no lo es menos que no se le puede pedir a un tío que se ha currado tres, cuatro, o cinco años aprendiendo a reglar como Dios manda un vehículo, que tire por la borda todo su bagaje y comparta lo alcanzado con un desconocido (¡a saber de dónde viene!) sin esperar que al menos se mosquée un poco. Y si encima se le pide que comparta también sus telemetrías, vamos dados, porque al final se está resolviendo la ecuación de la cuadratura del círculo, dado que las telemetrías delatan el comportamiento del piloto sobre el bólido, y en la práctica, su conocimiento supone que el alumno (léase segundo piloto), a poco listo que sea, solucione en un pis-pás el montón de incógnitas que en sentido estricto sólo la experiencia debería resolver.

Es el caso. Hamilton como alumno se las trae con abalorios, justo es reconocerlo, y sobre el papel resulta un Alonso ß, así que no debería extrañarnos que el Nano dijera en Silverstone: «es difícil recuperar puntos cuando tienes a un clon al lado». ¡Y tanto!

Con todo, aunque no conviene lanzar las campanas al vuelo, albergo esperanzas, porque en Nürburgring nuestro compatriota le ha dado un buen repaso a su colega de escudería (con ayuda de grúa y todo), quedándose a tan sólo 2 puntitos en la general, y eso, para un tío que está en pelota picada frente a su principal enemigo y a la vista de todo el mundo, y para colmo atrapado en una oscura red de circunstancias extrañas, lo que está haciendo esta temporada no deja de ser una auténtica hazaña.

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